Sábado, 29 de marzo de 2014
La elección de este primer post de arte me ha resultado difícil. No soy historiadora de arte, tampoco investigadora ni profesional en todo lo que se refiere al mundo del arte y concretamente del arte antiguo.
Puedo pasarme horas contemplando un retablo, un cuadro o artes decorativas del mundo islámico. ¿ Por qué ? Porque me fascina, porque si aún hoy en día los restos de frisos, pilares, relieves y tablas despiertan aún nuestra admiración …. que habría provocado hace siglos y miles de años con su aspecto original.
Quiero dedicar atención especial al mundo de la antigua Persia. Al primer imperio de la antigüedad.
Aún recuerdo como fue mi primer contacto con el arte Persa. No fue en la Facultad de Historia del Arte ( de la cual fuí oyente durante varios años ), ni en el British Museum, el Louvre ni en el MET, sino con un artículo que hablaba sobre el rey Dario en una revista de arte. Me impactó tanto que empecé a buscar cualquier libro de arte antiguo que me aportara más información ( a ver, estamos hablando de fines de los 90 y no disponía de la útil herramienta de internet a mi alcance ).
Es incuestionable que los territorios del actual Irán fueron un lugar de cruce de culturas. Los orígenes del pueblo Persa y las etapas que condujeron a la creación del primer imperio de la antigüedad siguen envueltos en un halo de misterio. A pesar de los avances conseguidos en arqueología y epigrafía, continuamos con una insuficiente información sobre los primeros siglos de la historia Persa, aproximadamente entre los años 1000 y 600 a.C.
Los textos clásicos describen los orígenes heroicos del fundador del imperio, Ciro el Grande proclamado rey de Persia hacia el 557 a.C. Era hijo de Cambises I y nieto de Ciro I ambos reyes del país de Anzán ( en el centro de la región que adoptaría el nombre de Persia (Parsa). El propio Ciro dio fe de su genealogía en el famoso texto babilónico conocido como el cilindro de Ciro (British Museum).
Entre sus muchas conquistas, venció en el 539 a.C al rey babilónico Nabónido y entró en Babilonia. Ciro autorizó a la comunidada judía, desterrrada en Babilonia desde 587 a.C, a regresar a Jerusalén y reconstruir el Templo de Yahvé.
El que había sido el pequeño reino de Persia se había convertido en el centro de un impresionante imperio. Se extendería, aún más bajo el mandato de los sucesores, Cambises (530-522 a.C) y así hasta llegar a Darío (522-486 a.C)
Los aqueménidas vivieron su máximo esplendor bajo el reinado de Darío I. Su grandeza se hace evidente en la construcción de Persépolis, capital del imperio Persa.
Persépolis fue la residencia del rey Darío, cuyo imperio llegó a extenderse por tres continentes: desde el Indostán hasta la costa occidental del Mar Negro, desde el Mar Caspio hasta Etiopía. Las tropas de Alejandro Magno destruyeron Persépolis en el año 330 a.C. Aún así las ruinas siguen siendo impresionantes.
En las laderas de Kun-e Rahmat ( el monte de la piedad ) hizo Darío construir esta ciudad. Los capiteles del palacio de Persépolis probablemente sean los mayores del mundo antiguo (20 metros). Hay cuatro tipos diferentes: con prótomos de toro, grifos, leones y toros con cabezas humanas.
Mi favorito es el capitel en forma de doble toro. Originalmente estaban policromados. El mundo antiguo tenía color, era sorprendentemente colorista, como prueban los restos de pintura de la Apadana (el gran salón del trono y audiencia). Dentro de la arquitectura persa destacan las Apadanas de Pasargadas, Susa y Persépolis.
Fueron necesarios muchos artesanos de distintos lugares: los canteros eran jonios y lidios, los orfebres eran medos y egipcios, los carpinteros lidios y egipcios y los que trabajaron las baldosas eran babilonios.
Se sabe gracias a Plinio, que un escultor llamado Telefanes ( de Focia ) fue a trabajar a Persépolis. Los griegos realizaron el levantamiento de columnas, además de la decoración del palacio ( es decir, de los relieves escultóricos ) prodigioso!!!!
Lo que más me sorprende de la Apadana de Persépolis son los relieves del lado norte y este de la escalinata. En cada cara aparecen 23 delegaciones de pueblos tributarios de todo el imperio Persa que traen regalos al rey. Cada una de las delegaciones está representada por un ujier, con traje medo o persa, y separada de las demás por cipreses. Los de la cara norte han estado desprotegidos durante siglos y presentan importantes desperfectos, mientras que los del este se encuentran en un estado de conservación mejor.
Los primeros viajeros que llegaron a Persépolis se llevaron piezas del registro superior hoy dispersas por museos de todo el mundo.
En esta procesión de los tributarios, desfilan todos los pueblos del imperio durante la fiesta mazdeana de Noruz. Puede clasificarse a cada delegación por sus atuendos. Un ejemplo caacterístico es el tocado acanalado del “inmortal”, un guerrero persa que formaba parte del contingente de los Diez Mil ( miembros de la guardia del Rey de Reyes ). Este temible cuerpo de ejército permitió a la dinastía aqueménida conquistar territorios entre el Nilo-Indo y entre el Mar Negro y Arabia ( friso del s. VI y V a.C )
Escoltando las puertas orientales encontramos criaturas aladas con cuerpo de toro y busto humano. Las patas traseras de estos animales aparecen en relieve en las paredes de la puerta, y las delanteras pueden verse esculpidas. Las cabezas están adornadas con una corona de plumas. Guardan una semejanza con las figuras del arte asirio.
Las inscripciones en el interior de la puerta del palacio de Darío son también especialmente relevantes porque están escritas en persa antiguo. En el relieve de Behistún ( pared de un acantilado al oeste de Irán ) encontramos inscritas tres lenguas distintas: el elamita, el babilonio y el persa antiguo cuneiforme en el que Darío había puesto especial interés en desarrollarlo. Así pues, nos muestra el progreso de la escritura cuneiforme persa.
Sobre el ancho pedestal adornado con relieves al que se podía acceder por el norte y el este a través de escalones, se levantaba una sala de banquetes que superaba a los demás edificios de la terraza de Persépolis en altura y grandeza.
“Las filigranas de las almenas de los pedestales, las escaleras y los aleros, las composiciones únicas de las columnas con sus coloridos motivos florales. El toro con cabeza humana, pezuñas doradas y rizos azules que miraba hacia abajo desde el techo. Las tiras de esmalte policromadas brillando al sol, las cornisas y el artesonado brillantes como el oro, las altas ventanas y sus anchos marcos con sus puertas doradas. Todo eso generaba un ambiente imponente.”
Así es como describió el Salón del Trono el célebre arqueólogo y arquitecto Friedrich Krefter.
En definitiva, Persépolis es con mucho el centro más representativo del arte aqueménida.
En otros Post abordaré el tema de las artes menores y sellos aqueménidas, espero que hayais disfrutado tanto como yo.
Bibliografía:
– CURTIS,J. NIGEL,T. 2006: “El imperio olvidado. El mundo de la antigua
Persia”
– SCARCIA,G. CURATOLA,G. 2004: ” Irán el arte Persa”